Día 08 de abril de 2013
Llegábamos a la clase de prácticas de Innovación como otro día cualquiera. Pensábamos que íbamos a exponer por grupos, todos estábamos concentrados en el power point que habíamos preparado para la exposición correspondiente a “Las Realidades de la Escuelas”, sin pensar que esta vez sería diferente, que no íbamos a exponer, sino que iba a ser una clase de otra manera, una clase innovadora para todos/as nosotros/as.
La profesora dio a escoger entre exponer o hacer un debate sobre lo que habíamos aprendido durante la realización de la práctica, y nosotros/as tal vez por comodidad, o tal vez por experimentar nuevos cambios, preferimos hacer el debate.
Iba saliendo punto por punto de la práctica y debíamos responder si nos parecía bien el hecho de que fuese o se aplicase así en un colegio/aula de infantil. El silencio invadía el aula, de ven en cuando se oía frases sueltas de que sí estaba bien que se hiciese así, así sucesivamente hasta llegar a mitad de los puntos de la práctica. La profesora hizo un parón, dijo: ¡No, esto no es un debate!, aquí no estamos debatiendo nada, ¡Un debate no se puede hacer así! Todos/as sabíamos que llevaba razón, porque ninguno nos habíamos parado a reflexionar el porqué de las cosas, tan sólo a dar la respuesta ¡esto es correcto, porque así lo hacen de siempre!
La profesora nos indicó cambiar las mesas en otra posición, en posición de debate (unos/as en frente de otros/as) y la idea por parte de ella fue la correcta, pero la dinámica del debate seguía siendo la misma, ¿cuál era el problema de que el debate no se llevase a cabo? ¿Era la profesora que no sabía cómo incentivarnos para el debate? o quizás la respuesta correcta era ¿Nosotros/as no estamos preparados para un debate? De todas/as las preguntas anteriormente plantadas la respuesta correcta era que nosotros/as no estábamos preparados para debatir algo que ni siquiera tenemos el conocimiento del por qué se hace así. Es aquí cuando intervino la profesora y nos dijo: no podemos hacer un debate sino habéis reflexionado previamente el porqué de las cosas, el por qué no cambiarlas y cómo deberíamos de hacer para cambiarlas, es ahí cuando nos dio la respuesta de innovación; innovación requiere primero una reflexión, un cambio, pero para llevar a cabo ese cambio se necesitan argumentos y cuestiones planteadas previamente.
Para concluir la clase dimos nuestro concepto alumno/a por alumno/a de qué es para nosotros atención a la diversidad. Todos/as respondíamos prácticamente la misma frase: igualdad para todos/as los niños/as, inclusión en el aula, atenderlos a todos sin excluir ninguno/a. No es que estuviese mal dicho, pero las frases necesitaban introducir verbos, verbos que hasta ahora no habíamos dicho hasta el momento, como: amar, respetar, cuidar, atender, etc. Ahora bien, ¿cómo sería entonces para nosotros/as atención a la diversidad introduciendo verbos y yendo más allá de la definición ya dada en los libros didácticos? Igualdad de oportunidades sin excluir a ningún alumno/a, atendiendo a todas sus características personales, dando respuesta a todas las necesidades educativas, ya sean permanentes o transitorias, y siempre desde el respeto, el amor hacia el discente y dando todo lo que tenemos de nosotros/as mismos/as, es decir, tanto intelectualmente, como sentimentalmente.
:P
ResponderEliminar